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Después de aquella cegadora
luz, abrí mis ojos y ahora estaba
yo sobre el laberinto, desde los aires
podía visualizar todo; Incluso
logre identificar que tan grande era
aquel laberinto y lo que había fuera
de el, oscuridad total.
Pero lo que mas me sorprendió es
que en medio de toda la feria, de las
calles y callejones, en medio de
aquel laberinto estábamos la persona
que tanto amaba y yo tan cercanos
que podíamos sentir nuestras almas,
no entendía como estaba en dos lugares
al mismo tiempo así que cerré mis ojos
fuertemente y al momento de abrirlos
de nuevo,
estaba yo,
acostado,
en mi cama,
mirando el techo,
un día nuevo.
Era una nueva mañana y el día apenas
iniciaba.
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